Tras un ligero desayuno, partimos muy ilusionados por las expectativas del lugar al que nos dirigíamos, teníamos la esperanza de ver alguno de los animales que todavía no habíamos visto, como la danta (tapir). El viaje en coche es bastante llevadero, ya que el tramo de carretera entre Quepos y Dominical es muy nuevo y aunque no se puede correr, se agradece no tener que ir esquivando baches. El destino final es Sierpe, un pueblecito donde dejaremos el coche aparcado durante toda la estancia en Bahía Drake.
Tardamos como dos horas y media, así que, sobre las diez de la mañana estábamos en Sierpe. Una vez aparcado el coche en un recinto cerrado y vigilado (6 $ por día), vamos al embarcadero del restaurante Las Vegas donde tenemos que coger una lancha hasta Bahía Drake (15 $ por persona), pero como hemos llegado muy pronto nos toca esperar junto al embarcadero, tomándonos un café. En el restaurante nos encontramos con un grupo de 4 amigos catalanes con los que habíamos coincidido en Bocas del Toro y pasamos la hora de espera hablando de nuestras experiencias por Costa Rica. Comentando aneadotas y viendo algunas fotos nos reímos un buen rato hasta que nos subimos a la lancha.
El viaje en lancha se divide en dos partes, una primera muy placentera que discurre por el río mientras observas el manglar de Sierpe, uno de los más grandes de Centroamérica y otra segunda, que dependiendo de cómo esté la marea y el oleaje, puede resultar bastante movidita.
Una vez con los pies en tierra firme y con los nervios algo más calmados, pudimos apreciar la belleza del paisaje que nos rodeaba, una inmensa playa de arena negra y el pueblo de Agujitas, donde nos recogería un todoterreno para llevarnos a nuestro alojamiento, Finca Maresia que pertenece a dos socios valencianos (25 $ habitación, 65-75 $ cabaña)
Llegamos al hotel tras recorrer unos 5 minutos de pista y nos esperaba Juan Azorín, el dueño del hotel, que nos hizo de anfitrión, mozo de carga y cocinero, ya que había dado el día libre a todo el personal del hotel por ser el Día de la Madre (festivo en Costa Rica). Después de instalarnos en nuestra cabaña subimos al comedor panorámico, donde Juan nos preparaba la comida, un estupendo lomo con huevo y patatas fritas que nos supo a gloria.
Mientras comíamos, Juan nos iba informando de las excursiones que podíamos hacer por la zona y como ya teníamos una pequeña idea de lo que queríamos hacer solo había que decidirse cuándo hacer cada una. A las 16:30 bajamos andando bajo la lluvia por la pista de tierra hasta el restaurante Jade Mar (el único del pueblo) donde habíamos quedado con nuestros 4 amigos catalanes que se alojaban en el hotel Mirador para tomar algo y ponernos de acuerdo con ellos para hacer alguna excursión. Sobre las 17:15 llegamos al restaurante y allí estaban nuestros amigos tomándose unas Imperiales, que es la cerveza de Costa Rica. Nos unimos a ellos con las cervezas y nos echamos unas risas todos juntos, al final quedamos en ir a la Estacion Biológica Sirena en el P.N. Corcovado al día siguiente. Nos despedimos y cogimos un transporte de vuelta al hotel (6 $), ya que, era de noche y empezaba a llover otra vez.
Ya en el hotel conocimos al resto de huéspedes, dos parejas de catalanes y Cristine, una chica austriaca muy simpática. Como la cena se sirve en la misma mesa para todos juntos, puedes comentar tus experiencias del viaje y dejarte aconsejar por los viajeros y además, Juan también se une a la tertulia y consigue que te sientas como si cenaras con amigos en nuestro rancho de Costa Rica.


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